sábado, noviembre 05, 2005

LA NOCHE QUE REGRESÉ Y SALUDE A EMILIO

Su voz ensordecedora que no deja de gritar me produce melancolía infinita y tranquilidad ambigua. La espuma blanca que brinca al chocar con las piedras en la orilla, la suavidad de la arena fría produce suspiros en mi alma, el constante oleaje crea sonidos de paz, el viento fresco y tranquilo que choca con la nada.
Aún veo las huellas marcadas en la arena de la última vez que te visite, esta vez sugato no se hace presente y es por eso que Emilio no se queda en paz buscando a su amigo, fiel e inseparable.
La arena humeda deja el aroma pasajero del gran viajero.
Formas en la arena desconociadas y algo más que confusas.
La marea sube y el agua poco a poco llega a mis piernas, el sabe que estoy aqui y viene a saludarme. Lo siento, por fín estoy aquí, puedo verte y sentir lo frio de tus caricias.
Las olas continuas juegan haciendo formas inexplicables en ese gran oceano.
Mi tranquilidad se vuelve en deseo, deseo profundo de jamás perder este sentimiento alegre.
Una vez más estoy contigo y por hoy, una vez más me despido prometiendo volver a tocar tus olas y tu alma melancólica.